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“Ya déjenlo en paz”
La presidenta Claudia Sheinbaum salió en defensa del expresidente López Obrador, el pasado viernes en su mañanera. Pidió a la oposición y a los medios, que no lo molesten; que lo dejen descansar, pues; que se le permita estar tranquilo, sin cuestionamientos ni sobresaltos.
“Ya otra vez ayer vi que ‘narco presidente AMLO’… ¡ya déjenlo en paz!”, dijo la presidenta, quejándose de las críticas a su antecesor.
La realidad es que no se puede (ni debe) dejar en paz a quien heredó un país ensangrentado. No puede (ni debe) haber silencio en torno a quien dejó un legado de violencia e inseguridad, sin precedentes.
Vaya, si el propio AMLO no “dejó en paz” a Felipe Calderón por la guerra contra el narco y sus consecuencias, por qué él habría de gozar de un trato distinto. Los servidores y exservidores públicos están sujetos al escrutinio. Máxime si se trata de un expresidente. Sus decisiones, en tanto impactan la vida de millones, deben ser revisadas, analizadas y criticadas. No puede haber mantos de impunidad.
Durante el gobierno de López Obrador, la violencia escaló a su mayor nivel en la historia reciente; desapareció un mexicano por hora, en promedio. En ningún otro sexenio tantos mexicanos habían desaparecido: casi 60 mil. Durante el gobierno que se fue, hubo más de 200 mil asesinatos. El periodo de gobierno con más homicidios en el México contemporáneo. La herencia maldita no solo pasa factura a los mexicanos; es el legado con el que debe lidiar Sheinbaum y su gobierno.
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