Las blindadas, para el servicio secreto de Cuéllar…. Todo es
La Reforma del Poder Judicial no está cocida. Cada vez que se preguntan detalles de procedimiento, se nota mucho que está cruda. Dicen que la letra pequeña se verá a lo largo del diálogo, en los foros convocados por el Congreso y otros espacios. Sin embargo y en abierta contradicción con lo anterior, pregonan que el Plan C fue explicado en las plazas públicas y recibió el apoyo de la mayoría. La gente ya votó y ahora lo que procede es el “trágala perro” a los críticos y a los miembros del Poder judicial.
Pero al pedir tiempo (y un espacio de reflexión) es evidente que quienes la redactaron no partieron de un diagnóstico profundo; tampoco de un diseño funcional para implementarla y, por supuesto, no hicieron una ponderación de los riesgos que con rigor plantean los especialistas ante cualquier transformación de ese calado.
Lo cierto es que nos encontramos con una Reforma del Estado que no está terminada, que tiene muchas contraindicaciones y contradicciones; sus defensores, lejos de ser un coro bien acompasado que entona un himno, se parecen más a los chillidos de gatos de callejón. Unos dicen una cosa y otros otra.
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