¿No qué no?
¿No decían los “fanáticos morenistas”, que Claudia nunca permitiría ser otro de los “floreros” de López Obrador?
¿No decían que era un invento de Ricardo Alemán que, con Sheinbaum viviríamos un Maximato al mejor estilo de Calles, en México y de Perón, en Argentina?
¿No aseguraban que, al concluir su mandato, Obrador se retiraría por completo de la vida pública y que no metería las manos en el gobierno de su criatura?
¿No juraban y perjuraban a favor de la supuesta independencia de “la señora presidenta” y hasta la creían capaz de una impensable fortaleza para sacudirse “al marcho” que la mangonea?
¿Y qué dicen ahora esos “fanáticos morenistas”, una vez que Obrador le impuso a Claudia al gabinete completo, que le ordena qué hacer y qué decir frente al nuevo presidente norteamericano, que le impuso a la señora Piedra al frente la CNDH y que a diario le ordena “a quien atacar”, “a quien perseguir” y, sobre todo, “qué callar”?
Lo cierto es que nadie puede negar lo que está a la vista de todos: que “la señora presidenta” no es más que el “mayor florero” del dictador López Obrador, a quien nada le importa “denigrar la investidura presidencial” para demostrarle al mundo quien manda en México.
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