Historia de José Ureña
Parece amenaza de un maximato.
El tiempo lo dirá.
Pero varios funcionarios de nivel alto y medio, de subsecretarios a directores generales y no se diga oficiales mayores, se niegan a abandonar sus cargos.
¿Bajo qué argumento?
Muy sencillo: su nombramiento, lealtad y confianza se la deben a Andrés Manuel López Obrador, quien formalmente abandonó Palacio Nacional el 30 de septiembre.
A ver qué hace Claudia Sheinbaum, cuyo propósito expreso -adelantado aquí el 24 del mes pasado y confirmado por ella seis días después- es hacer cambios a más tardar en enero próximo.
Equipo de transición, le llamamos aquí.
Los cambios, anótelos usted desde hoy, se deberán básicamente a dos razones: a quienes no rindan en sus posiciones durante los primeros 90 días de su administración.
Y por supuesto los heredados, tolerados y cuya reticencia afecte la buena marcha de las dependencias respectivas u obstaculicen el trabajo de sus titulares.
BREVE TOLERANCIA
La información se guarda con celo.
Pero han trascendido algunas declaraciones y hechos simbólicos.
Por ejemplo, el comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño Yáñez, permanece en el cargo y promete continuar en el nuevo sexenio.
Lo haría a pesar de la cauda de señalamientos por el mal manejo de las corrientes migratorias y la muerte de 40 extranjeros hacinados en un centro de retención de Ciudad Juárez.
La columna completa, aquí:
Rebelión contra Claudia: los obradoristas se niegan a dejar sus cargos (msn.com)