Historia de Carlos Marín
En alusión a la terna seleccionada por la mayoría oficialista en el Senado para designar a la próxima presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en la que por sólidas pero malas razones sobresalta la titular actual, el prestigiado Comité Eureka fundado en 1977 por su madre, Rosario Ibarra de Piedra, se pregunta:
“¿Serán los mismos procesos, sesgados y desaseados, los que se llevarán a cabo en la elección de jueces, magistrados y ministros…?”.
Y es que, como hace cinco años en que fue impuesta por Andrés Manuel López Obrador, solo se considera que Rosario Piedra Ibarra sea hija de una genuina buscadora de opositores desaparecidos por los distintos gobiernos en casi 50 años.
Ahora, en vez de valorar su desempeño al frente del organismo que acusa un severo estado de chatarrización, lo que se esgrime son sus genes,
Al igual que AMLO hace cinco años, la presidenta Claudia Sheinbaum admite como único mérito de Piedra ser hija de la histórica luchadora social.
En su conferencia del pasado jueves, una reportera planteó que el senador Javier Corral (prófugo de la justicia en Chihuahua pero presidente de la Comisión de Justicia del Senado) “dio a conocer que Rosario Ibarra no estaba considerada dentro de los mejores evaluados, y aun así fue incluida en la terna. ¿No preocupa que este tipo de prácticas, como la imposición de la carta falsa que desmintió el obispo emérito de Saltillo, se esté replicando ahora?” (la referencia fue a un texto apócrifo “de recomendación” del prelado).
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