Al gobierno de Vicente Fox constantemente se le calificó de mocho. Había dos razones: las frecuentes alusiones a sus creencias religiosas, pero también debido al uso oficial del escudo presidencial cortado a la mitad, el cual fue popularmente conocido como el águila mocha. Pues bien, ahora habrá otro caso de gobierno mocho, pero hoy en el sentido de que será un gobierno incompleto. Claudia Sheinbaum presidirá una presidencia cortada a la mitad, empequeñecida, rasurada, despuntada, sin filo, mojigata.
“Aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente”, decía la voz popular cuando gobernaba Lázaro Cárdenas. En aquel tiempo, la estructura del gobierno, los gobernadores, los líderes políticos y los hombres del poder económico, hacían reverencia y solicitaban consejo a Don Plutarco Elías Calles. Ignoraban o ninguneaban al presidente en funciones. Todos ellos sabían que el poder político, el poder real, seguía estando en manos del expresidente.
¿Cuántos gobernadores propuso Sheinbaum? ¿Quiénes son los ejecutivos estatales que hoy le deben lealtad política absoluta? ¿A cuántos de los que hoy son senadores impulsó para que triunfaran en la elección? ¿Qué papel jugó la nueva presidenta en la designación del coordinador de los senadores en la Cámara? ¿Habrá diputados federales dispuestos a dar todas las luchas necesarias para sacar adelante propuestas legislativas a solicitud de Sheinbaum? ¿Acatarán ciegamente aquella instrucción de “que no se le cambie ni una coma a las iniciativas de presidencia”? No es ni será lo mismo AMLO que Claudia.
La columna completa, aquí: