SIN CENSURA Otra vez los periodistas y obvio, también Poncho
No sé si la silla es más grande o él más pequeño. Florestán.
Omar García Harfuch nunca fue de la cercanía del presidente López Obrador.
En su negación de su pasado priísta, no le perdonó que fuera nieto del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional en el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, cuando él no había nacido, en la matanza del 2 de octubre de 1968, cuando el hoy presidente era un priísta y compositor de un himno al tricolor que nunca trascendió.
Y no solo era el abuelo.
No le perdonaba, como si los nietos e hijos tuvieran que cargar con las obsesiones de sus abuelos y sus padres, que hubiera sido titular de la dirección Federal de Seguridad, subsecretario de Gobernación en el gobierno del presidente López Portillo, presidente del PRI y precandidato presidencial.
En su rencor, dejó que Claudia Sheinbaum lo nombrara secretario de seguridad ciudadana del gobierno de la Ciudad de México, en 2019.
Tras el atentado en su contra en las Lomas de Chapultepec, en julio de 2020, en el que mataron a tres de sus escoltas y el recibió tres tiros, López Obrador nunca lo visitó, ni le llamó por teléfono ni siquiera en la mañanera lo citó por su nombre.
La columna completa, aquí: