Se comprende con las declaraciones de Salazar, que en absoluto fueron espontáneas, porque Estados Unidos no ha informado a México qué sucedió con la caída de El Mayo y el Chapito, o cómo están evolucionando los procesos contra ellos, contra Ovidio Guzmán, el Nini y otros narcotraficantes en la Unión Americana. Se puede entrever también el largo resentimiento de la administración Biden con López Obrador, al que consintió durante los cuatro años en la Casa Blanca a pesar de que Biden nunca recibió el apoyo que esperaba de Palacio Nacional ni siquiera para reconocer a tiempo su triunfo.
Un gobierno que no colaboró en términos de seguridad ni tampoco plenamente de migración (2023 fue un año que le costó muchísimo a Biden en términos de migratorios), que no asumió corresponsabilidad con sus principales socios, a los que agravió de muchas formas, desde boicotear la cumbre de Los Angeles (el principal esfuerzo que hizo Biden con América latina) hasta apoyar abiertamente a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
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