Opinión de Antonio González González
La violencia continúa lacerando nuestro país, lastimando nuestro espíritu y enturbiando nuestra paz. Prácticamente, en más de una entidad federativa, vivimos en un estado de guerra.
Este estado de cosas tiene causas y efectos: los efectos, son los actos de violencia: asesinatos, robos, extorsiones, cobros de piso y cualquier otro acto que perturbe la paz social.
Las causas, como indica la expresión, son las circunstancias que provocan las conductas indeseables.
En nuestro país se tienen décadas tratando de inhibir los efectos, y estos, no de una manera efectiva.
Se dice que de cada 100 delitos denunciados, menos de diez son sancionados, se habla de los denunciados, no del total. Esto denota deficiencias, principalmente en el ministerio público (que se encarga de investigar los delitos) y también del poder judicial.
Atacar los efectos de la violencia, es tarea del poder ejecutivo (del que depende el ministerio público y las fuerzas del orden) pero atacar las causas, es responsabilidad, tanto del propio gobierno, como de la población en general.
Las causas tienen su origen en la familia, en la escuela y en los medios de comunicación.
Claro que nuestros niños y jóvenes reciben mucha influencia del medio en el que se desenvuelven, pero si los “blindáramos” desde un inicio, con una buena formación en valores, serían menos susceptibles de recibir influencias negativas.
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