“Abrazos y no balazos” ¿otra vez?

A más de uno entre los más connotados dirigentes de las principales organizaciones empresariales independientes —no del Consejo Coordinador Empresarial del siempre “obsequioso” Francisco Cervantes se entiende—, llamaron la atención e inquietaron incluso las palabras que para desestimar el uso de la “mano dura” en la lucha contra el crimen organizado utilizó Claudia Sheinbaum Pardo durante su pasada estadía en Xochitepec, Morelos.

Y esto, porque las mismas les movieron a recordar la fracasada política de “abrazos y no balazos” que en la supuesta búsqueda de restaurar la seguridad perdida impuso Andrés Manuel López Obrador, cuya gestión, como se sabe, sumó 199 mil 986 asesinatos dolosos para convertirse en la más violenta de la historia reciente del país o, si se prefiere, en la mejor evidencia de su fallido intento por contener el incuestionable avance de los cárteles que controlan ya vastas zonas a todo lo largo y ancho del territorio.

A la vista lo que ocurre ahora en Sinaloa, Tabasco, Michoacán, Guanajuato, Guerrero y más, sólo pensar en lo señalado líneas arriba confirmó el mal disimulado temor y preocupación prevaleciente en amplios sectores de la sociedad —Iglesia, intelectuales y académicos universitarios, o la propia IP en forma relevante— ante la manifiesta incapacidad de las autoridades que un día y otro igualmente aportan evidencias de su fracaso ante las empoderadas bandas criminales.

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