Por Roberto Nava
De poco, más bien de nada, le sirvió a la Gobernadora Lorena Cuéllar ser la principal vocera de la Presidenta Claudia Sheinbaum tras difundir desde el vestido que portó, además de los momentos que se vivieron en el transcurso del uno de octubre, si al final se confirmó la animadversión de la Presidenta hacía quien fuera una de las consentidas del expresidente López Obrador.
Entre las cien acciones que anunció la Presidenta Claudia Sheinbaum, en una sola de ellas, no fue incluido el pueblo de Tlaxcala.
Vaya, ni la intensa movilización de cientos de tlaxcaltecas que fueron acarreados, -perdón, invitado- a la explanada del zócalo de la CDMX para vitorear a la nueva Jefa del Poder Ejecutivo, sirvió de algo para ser reconsiderada.
A estas alturas, muy seguramente y sin temor a equivocarme, la Gobernadora Cuéllar se ha de estar dando de topes por haberle hecho caso al cuñis y cambiar de bandera en un momento crucial para la vida política del país.
Sin el afán de ser agorero del fatalismo, muy probablemente Doña Lore pensó que esa aspirante menudita, insignificante y sin trayectoria, podía ser quien relevara a su amo y patrón.
En su mensaje de la Presidenta de la República fue enfática en su mensaje que sin decir nombres lleva destinatari@ “…nunca los voy a traicionar”.
Me hubiera gustado ver al menos el rostro de dos personas, lástima, creo no fueron requeridos al festejo oficial y con el pueblo.
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