Por Martín Ruiz
En Tlaxcala no pasa nada, según el comportamiento del gobierno lorenista que, al parecer, no vale ningún comunicado o postura oficial sobre el sangriento fin de semana que se registró, donde prácticamente hubo de todo.
Ningún funcionario, ya sea al morelense que despacha como secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez Hernández, ni al inútil titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Alberto Perea Marrufo y ni la encargada de la Fiscalía General de Justicia de Tlaxcala, Ernestina Carro Roldán, tuvo la iniciativa de dar información de las ejecuciones de dos supuestos líderes del crimen que operaban en la entidad, ni de los otros delitos de alto impacto que se cometieron en diferentes municipios.
Poco o nada les importa el temor y la incertidumbre de los tlaxcaltecas que se enteraron de esos macabros asesinatos perpetrados en la capital del crimen como se conoce a Apizaco y en el municipio de Ixtacuixtla.
Si la jefa se divierte y canta a todo pulmón en el palenque de la feria donde no pudo ocultar su emoción por escuchar otra vez a Carlos Rivera, entonces no hay nada de qué preocuparse porque los datos oficiales siguen colocando a Tlaxcala como uno de los estados más seguros del país.
En los mandos policíacos y entre la tropa tanto de la policía estatal como en los elementos de la policía de investigación existe temor e intranquilidad, porque pareciera que la pelea por la plaza del huachicol y de la venta de drogas es un hecho y que no se descarta que se viva un “Operativo Barredora” como el que se registra en el vecino estado de Puebla y que es atribuido a un brazo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Me parece que el gobierno lorenista se equivoca al callar y no dar información clara y oportuna sobre lo ocurrido a fin de dar tranquilidad a los tlaxcaltecas.
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