El Bestiario: Tlaxcala: El fuego morenista que vino de adentro

El Bestiario…Lorena Cuéllar y el Silencio Mortal: La Crónica de un atentado no denunciado.
Por Edgar García Gallegos
Es difícil comprender el silencio que envuelve la denuncia de Lorena Cuéllar. La gobernadora de Tlaxcala, en una reciente entrevista, reveló un hecho alarmante: “Sí, iban personas armadas que me estaban esperando”, dijo, al ser cuestionada sobre un supuesto atentado contra su vida. Y cuando la periodista Mónica Garza le preguntó por el responsable, la respuesta fue tajante: “Mariano González Zarur”. No se trata de un simple desacuerdo político, ni de una disputa por la gobernatura: estamos hablando de un presunto atentado. Un hecho de una magnitud tal que no puede ser ignorado, y mucho menos dejado en el aire de las declaraciones públicas sin que se haga nada al respecto.
¿Qué nos dice esto sobre Tlaxcala, sobre el sistema de justicia, y sobre la clase política en general? La gobernadora acusa a un exgobernador de haber intentado quitarle la vida, pero, hasta el momento, esa denuncia no se ha materializado en una denuncia formal ante las autoridades correspondientes. Y esto plantea una cuestión crucial: si la persona encargada de la seguridad de todo un estado no confió en su momento en una procuraduría para presentar una denuncia por un atentado contra su vida, ¿qué le queda al ciudadano común? Si una funcionaria de tan alto rango no acude a las instituciones de justicia, ¿cómo se espera que los tlaxcaltecas crean en ellas?
La omisión de una denuncia formal por parte de Cuéllar y el silencio rotundo de la Fiscalía General de Justicia de Tlaxcala ante tan grave acusación son, sin duda, una llamada de atención. Mientras la gobernadora expone su versión públicamente, en un medio nacional, la Fiscalía permanece muda, como si las palabras de la gobernadora no merecieran más que indiferencia. Eso solo confirma lo que ya sabemos: que el sistema de justicia en Tlaxcala es incapaz de hacer frente a los desafíos que exige una democracia sólida.
Las víctimas no denuncian porque no confían en la justicia, y la gobernadora parece confirmar esa desconfianza con su propio ejemplo. Ella misma, ante un atentado que puso en riesgo su vida, no acudió a las autoridades para que actuaran en consecuencia. Al contrario, lo hace en una entrevista mediática varios años después, lo que pone en duda sus verdaderas intenciones. ¿Está buscando visibilidad? ¿Está desviando la atención de su gobierno, que atraviesa una caída en las encuestas de cara a su tercer informe de gobierno? Es una jugada política que, si bien puede tener su justificación, también deja un mal sabor de boca.
El exgobernador Mariano González Zarur, por su parte, debe ser interrogado. ¿Qué tiene que decir frente a esta acusación tan grave? Hasta ahora, su silencio es tan elocuente como el de las instituciones que deberían estar investigando este hecho. La falta de respuesta por parte de él no hace más que profundizar la desconfianza que la sociedad tiene en los actores políticos de Tlaxcala. ¿Por qué no sale a desmentir lo dicho por la gobernadora? ¿Acaso su silencio habla más fuerte que sus palabras?
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