No se puede negar que la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros acudió al lugar de los hechos, expresó su «solidaridad total» y solicitó la presencia del dueño de SIMEC para obtener un “compromiso” de ayuda a las familias de las víctimas. Estas acciones, sin duda, son necesarias, pero ¿por qué siempre llegan después del desastre?
La instalación de una Mesa de Seguridad, la implementación de controles y la movilización de recursos, ¿no debieron estar en marcha antes, evitando una tragedia de esta magnitud? Lo importante de las imspecciones en los centros laborales para prevenir tragedias cobra hoy mayor relevancia. Preferimos un gobierno que actué proactivamente y no que mande condolencias.
El presidente del Consejo de SIMEC, Rufino Vigil González, asumió la «culpa» y prometió “hacer lo necesario”. No obstante, esta admisión y la promesa de respaldo suenan vacías cuando se consideran las condiciones bajo las que se desarrollan muchas de estas industrias: falta de protocolos, equipos obsoletos y una supervisión laxa que permite violaciones de seguridad en nombre de la productividad.
Este trágico accidente demanda respuestas contundentes y una investigación exhaustiva por parte de las autoridades. Es fundamental esclarecer si la explosión fue producto de una negligencia empresarial o de una falla humana; conocer la causa de fondo no solo es crucial para que las familias de las víctimas encuentren justicia, sino también para evitar futuros desastres. El silencio o las medias respuestas no son suficientes. Este llamado de atención exige que se tomen acciones claras y efectivas.
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El Bestiario…La tragedia de Xaloztoc: Los focos rojos que hay que atender. – La Bestia Política