Por Edgar García Gallegos
En Tlaxcala ha comenzado ya la disputa por el poder legislativo y el control de ese órgano de cara al 2027, fecha en que se renovará la gubernatura.
Hay mucho en juego para el equipo político de la gobernadora en turno, la morenista Lorena Cuéllar, pues todo mandatario aspira a salir bien y con sus cuentas públicas aprobadas, por ello la importancia de no perder el control.
El actual congreso local llega a esta cita con un peso de desprestigio muy alto en su reputación, pues la reforma constitucional dictada por la gobernadora para permitirle llegar al morelense Luis Antonio Ramírez al cargo de Secretario de Gobierno a nadie gustó, y generó la percepción de que ese poder se convirtió en una oficina de trámite del Ejecutivo.
A eso, hay que sumarle que más de 15 diputados dejaron sus curules para ir por la reelección, una figura aun no bien aceptada culturalmente por los tlaxcaltecas, y que genera escozor entre los votantes, quienes tienen la oportunidad de recompensarlos o castigarlos.
Hay quienes dicen que en política no es sano que haya un partido poderoso que controle todo, pues se vuelve un riesgo para la democracia al no haber contrapesos, y que se debe cumplir esa máxima de que «la gobernadora propone y el legislativo dispone».
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