Por Edgar García Gallegos
El Partido Acción Nacional (PAN) en Tlaxcala enfrenta un momento decisivo que podría marcar su rumbo en los próximos años.
El problema del PAN en Tlaxcala va mucho más allá de la caída de una figura. Aunque la lideresa estatal Miriam Martínez Sánchez sostiene que el partido salió fortalecido de esta elección, los resultados y la apatía entre la militancia sugieren otra realidad.
El PAN ha perdido conexión con las necesidades de la ciudadanía, y sus estructuras parecen más preocupadas por preservar el poder de sus grupos internos que por construir una verdadera oposición.
La elección de Jorge Romero Herrera en el ámbito nacional reafirma esta percepción de estancamiento. Lejos de representar un cambio, su nombramiento es visto como una continuación del “más de lo mismo” que no entusiasma a las bases.
Para el PAN en Tlaxcala, el camino hacia 2027 plantea un reto importante: abrirse a la ciudadanía y construir liderazgos frescos. De lo contrario, corre el riesgo de fragmentarse aún más y dejar un vacío en la oposición que otros actores políticos pueden aprovechar. Si el partido no toma medidas para reestructurarse y reconectar con las demandas de la gente, el 2027 podría convertirse en otro episodio de su declive.
El reto para Ángelo Gutiérrez Hernández, nuevo presidente del PAN en Tlaxcala, no es menor, un partido dividido, con una unidad interna frágil, donde la reconciliación es esencial.
Más allá de consolidar una estrategia, Gutiérrez Hernández tendrá que integrar nuevas figuras y gestionar a un partido plural, pues aquellos disidentes que no comulgan con su liderazgo probablemente no caminarán con él.
Los disidentes, por su parte, también enfrentan un camino complicado: sus posibilidades de influir en el PAN dependerán de su capacidad para incidir en la agenda desde posiciones periféricas, o irse a otros partidos.
En última instancia, Ángelo Gutiérrez Hernández deberá decidir si construye un PAN incluyente o si consolida el poder del grupo dominante, el de Apetatitlán, creando nuevas figuras afines a su proyecto. La primera opción requerirá paciencia y diplomacia, elementos clave para proyectar una imagen de unidad y fortaleza; la segunda podría funcionar en el corto plazo, pero arriesga una fragmentación más profunda.
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