Por Edgar García Gallegos
Todos podemos imaginar que la intención de la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuellar, de hacer cambios a la mitad de su administración es mandar el mensaje de que quiere cerrar con todo y ofrecer resultados.
La narrativa es que ha decidido hacer ajustes en su equipo de trabajo, un movimiento que no solo busca renovar energías, sino también asegurar que los compromisos adquiridos con los ciudadanos sean cumplidos de manera efectiva. Ese era el objetivo.
Se armó todo un show para que la morenista diera a conocer los cambios, y la percepción fuera positiva, pero al parecer la primera tarea de la Coordinación General de Comunicación de que el mensaje saliera en los medios de comunicación, o sea la operación de prensa, no llegó, pues ganó trascendencia la llegada del cuñado y del ex dirigente de un partido, repudiado por priístas, quienes lo señalaron de alta traición y jugar las cartas a favor de Morena, en lo que se entendió como un pago evidente de facturas políticas.
En Tlaxcala, un pequeño estado que a menudo parece estar alejado del radar político nacional, la política sigue siendo un fascinante espectáculo lleno de personajes y maniobras que parecen salidos de un bestiario medieval. Lorena Cuéllar decidió hacer cambios significativos en su gabinete, una maniobra que genera diversas lecturas sobre sus verdaderas intenciones y el rumbo que pretende tomar en lo que queda de su administración. Algunos personajes se destacan por sus características singulares y su capacidad para sobrevivir a través de los cambios de gobierno.
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