
El Bestiario… El naufragio de la comunicación lorenista. ¿Quién o quiénes son responsables?
Opinión de Edgar García Gallegos
Muchos se preguntan cuál es la apuesta de una gobernadora que llegó con un amplio respaldo en las urnas en Tlaxcala y parece haber dilapidado esa reputación con una fallida operación en el manejo de la comunicación y la política.
A nivel estatal hay una figura que juega con el concepto de ‘opinión pública’, asociándolo con la reputación bajo la narrativa de ser la más votada en las últimas elecciones. Sin embargo, cada día hay más desencanto hacia su persona. A pesar de ello, a Morena le podría alcanzar para mantener el poder, ante la falta de una figura fuerte en la oposición.
En Tlaxcala, Lorena Cuéllar le apuesta a una reputación construida durante su trayectoria política, pero la batalla la va perdiendo a poco más de la mitad de su administración.
Ahora, la pregunta es: ¿Cómo maneja o dosifica su reputación la gobernadora? ¿O acaso la verdadera falla no está en su equipo de comunicación, sino en ella misma y en su gabinete?
Lorena Cuéllar entró en el tercer año de su gobierno con una serie de cambios, sobre todo en dos áreas consideradas vitales: comunicación y política. Pero meses después, las cosas no funcionan. Las encuestas la ubican en los últimos lugares de percepción y hasta en el tema de asistencia social, que se supone es la fortaleza de su gestión, es reprobada.
Es tal la incertidumbre que la rumorología se ha convertido en la práctica recurrente al interior del gobierno lorenista. Se habla de la llegada de un cuarto vocero y del regreso a la Coordinación de Comunicación de la hoy titular de Coracyt, Angélica Domínguez.
En su momento, Domínguez fue removida y su lugar fue ocupado por Augusto Ramírez, quien fue Director de Información en la administración de Alfonso Sánchez Anaya, subordinado de Alfonso Brito, quien fungió como vocero del entonces gobernador. Pero ante el fracaso, llegó desde la Ciudad de México Octavio Ortega Velio, y las cosas no han cambiado.
¿Será que el problema no es el vocero, sino la falta de voluntad de la gobernadora para asumir la crisis de comunicación y corregir el rumbo? Porque cambiar de portavoz sin modificar el fondo del mensaje no hará que la percepción ciudadana mejore.
¿Espera un cambio haciendo lo mismo o de verdad un cambio profundo en la estrategia de comunicación? Solo ella lo sabe, pues hay una frase manejada con exactitud por mi compañero columnista Isael Olivier sobre el regreso de una portavoz: «Chango viejo, no aprende maroma nueva.»
En política, los cambios de rostros no siempre significan cambios de fondo. Si la estrategia sigue siendo la misma, difícilmente habrá resultados distintos.
Cuéllar sigue aferrada a su idea de que la reputación se construye con programas asistenciales y actos públicos, pero no ha entendido que la comunicación política es mucho más que eso. No basta con inaugurar obras o repartir apoyos si la gente no se entera o no lo percibe como un beneficio directo. Y lo más grave: cuando la narrativa se llena de escándalos, opacidad y desatención a crisis, la credibilidad se derrumba.
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