Por Albino Rubio Moreno
¡Ay, Tlaxcala, qué cosas! La gobernadora, con la astucia de un zorro en una tienda de calcetines, ha puesto a la nuera del exgobernador como la nueva reina de Morena. ¡Y qué reina! Una reina con corona de plástico, que no sabe ni cómo se juega al ajedrez, pero que tiene el poder de su suegro y el apoyo del alcalde capitalino.
Dicen que en política, el amor es un arma de doble filo, pero en este caso, parece que el amor familiar es un arma de doble filo con punta de diamante. La nueva dirigente de Morena, con la experiencia política de un caracol en un maratón, ya está “cinchando” a los grupos opositores.
¡Qué ironía! La gobernadora, con su juego de ajedrez de última generación, ha logrado convertir a un peón en reina, pero ¿será que la reina es de cartón y se desmorona con el primer soplo de viento?
La nueva reina de Morena en Tlaxcala, con su sonrisa de “yo no fui”, tiene que demostrar que no es solo una figura decorativa, que no es solo una reina de plástico. Tiene que demostrar que puede liderar, que puede tomar decisiones, que puede hacer que el partido avance.
Y si no lo hace, bueno, ya sabemos que en política, las reinas de plástico no duran mucho.
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