Por Isael Pérez Olivier.
Un nuevo escándalo protagonizado por la heredera de la Dinastía Ortiz desató no sólo un conflicto familiar, sino también una severa crisis institucional que involucra a la Universidad Autónoma de Tlaxcala y a la franquicia electoral de la familia, el Partido Alianza Ciudadana; salpicando con su inmundicia al Congreso del Estado y a la Procuraduría General de Justicia, que se encuentra en serios aprietos, pues será ésta instancia la que conducirá las investigaciones sobre los graves hechos denunciados por la víctima, quien hoy, es justo decirlo, teme por su vida. Y cómo no, sí se trata de un ataque de la versión moderna de la pareja criminal de Bonnie and Clyde, historia en la que ojalá el poder y el dinero de los Ortiz, no le jueguen en contra a la catedrática de la facultad de Filosofía y Letras que puso en riesgo su empleo con 23 años de antigüedad, al denunciar a la pareja de malandrines. Vamos a ver en qué termina todo este asunto, pero permítame adelantarle, que se percibe un hedor a impunidad y el silencio cómplice del Rector Serafín Ortiz Ortiz sobre los hechos ocurridos en la máxima casa de estudios del estado, así lo confirma.
Y es que, la pareja de agresores que fueron capaces de privar de su libertad a la catedrática por una hora y media dentro de su centro de trabajo, tiempo que aprovecharon para amenazarla y golpearla hasta dejarla tirada en el piso, a través de una trampa que le tendieron los propios directivos de la facultad, no son otros, más que la Diputada local y dirigente del Partido Alianza Ciudadana Alejandra Ramírez Ortiz y su actual cónyuge Enrique Vázquez Fernández, Coordinador General de Posgrados de la Universidad y exesposo de la víctima de nombre Laura N.
Así es, damas y caballeros y personas de los géneros no binarios, la mismísima sobrina del Rector Serafín Ortiz Ortiz y del presidente del Consejo Mayor del Partido Alianza Ciudadana y exgobernador de Tlaxcala Héctor Ortiz Ortiz; junto con un alto funcionario de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, perpetraron el ataque contra una empleada de la institución y en las propias instalaciones educativas del nivel superior donde desarrolla sus actividades. Ajá, valiéndoles tres kilómetros y medio de puritita reata a los agresores, pues se saben intocables.
Lo que más tarde confirmaría la maestra Laura N., cuando se presentó ante el Agente del Ministerio Público para realizar la denuncia correspondiente y solicitarle las medidas de protección para víctimas, lo que, por cierto, extrañamente le fue negado; y luego, lo ratificó en la entrevista con el comandante de la Policía de Investigación, cuando éste, le argumentó, que por tratarse de un miembro de la familia Ortiz, no haría nada hasta recibir órdenes.
Así es que, Ernestina Carro Roldán, ya de por sí cuestionada por su actuar negligente en la Procuraduría, deberá dar luz verde a sus sabuesos para que se aboquen a la investigación y brindarle las medidas de protección a Laura N.; mientras, que el Congreso del Estado, debería hacer un exhorto a su Diputada para que se someta sin su investidura de representante popular a la investigación ministerial; en tanto, que no estaría mal, que el líder moral de la familia Ortiz y de Alianza Ciudadana al menos haga un deslinde del partido con la conducta de su sobrina; y el Rector, ya por no dejar, le ofrezca una disculpa pública a la catedrática por los lamentables hechos e instruya un procedimiento sancionador administrativo en contra de Enrique Vázquez Fernández, o separarlo definitivamente del cargo. Digo, si es que hay tantita pena, un poquito de decoro, de pudor y de moral.
Porque no hay pretexto ni justificación para ese tipo de comportamientos. Nada de que Alejandra Ramírez por proteger a su hombre se dejó llevar por el momento y tomó una difícil decisión en medio de un arranque de histeria. Claro, la Diputada local se debatía entre la disyuntiva de elegir entre su carrera política en ascenso o proteger a su actual esposo del estrés que le provoca su expareja, pero eligió la ruta de la violencia y ahora deberá enfrentar sus consecuencias.
Y no sólo me refiero a la denuncia penal sino también al descrédito y al desprecio que despertó su abuso del poder, pero, sobre todo, a los reclamos de la propia familia Ortiz, que ven afectados su prestigio y su reputación, porque ya sabe Usted, lo que no mancha, tizna. Y todo porque su sobrina se dejó llevar por sus malos instintos y sus bajas pasiones.
No cabe duda, la peor enemiga de la familia Ortiz, resultó ser una Ortiz. Jaque mate a la reina. Esta historia, continuará…
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Hasta la próxima…
