Aquí lo dije en todos los tonos.
Lo dije desde hace años y lo recordé apenas hace pocas semanas.
Dije que la herencia más perniciosa para la “Señora Presidenta” –la herencia del verdadero mandamás, López Obrador–, era la alianza del Partido Morena con las bandas criminales.
Una herencia que, a poco más de 40 días de gestión, ha convertido al de Claudia Sheinbaum, en un impensable gobierno del terror, con masacres a diario y más de 3 mil vidas perdidas en sólo 40 días; peor que una guerra convencional.
Un gobierno en donde los ciudadanos de todo el país viven –vivimos –, “con el Jesús en la boca”, ya que nadie está seguro dentro de su casa, en las calles cercanas a su casa, en el transporte público, en restaurantes y bares; nadie está seguro en su escuela en su lugar de trabajo, en parques y jardines y menos a bordo de su automóvil.
Y es que está claro –para todo el que quiera ver y escuchar–, que de manera deliberada los aliados del partido en el poder han desatado una ola de violencia y crimen que busca aterrorizar a la población en general.
Terror que incluye matanzas y masacres colectivas en restaurantes y bares de todo el país; que muestra los estragos del estallido de “coches bomba”, atrocidades como el crimen contra sacerdotes, ataques a medios de comunicación y cancelación de eventos como la Feria Ganadera de Sinaloa, que fue suspendida luego que el grupo criminal dominante lanzó amenazas de muerte contra el “narco-gobernador”, Rubén Rocha Moya
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