La reforma de la supremacía constitucional radicaliza las posibilidades de crisis. Es una reforma sin sentido, que además lastima cualquier posibilidad de generar mayor confianza en ciudadanos e inversionistas. En Estados Unidos están profundamente preocupados por la reforma en general y por este agregado en particular, por la sencilla razón de que esta reforma de supremacía constitucional le quita a la Suprema Corte su principal atribución: la de tribunal constitucional. Si no hay posibilidad de regular cualquier reforma constitucional, la Corte pierde sus atribuciones.
Si comparamos lo que se ha aprobado con lo que se manejaba en el equipo de Sheinbaum en los tramos finales de la campaña, podemos comprobar la magnitud de la distancia entre lo pensado originalmente y lo finalmente aprobado. La idea original de la reforma era dividir la corte, con un tribunal constitucional y una corte legal, en un modelo similar al español, con un consejo de la judicatura con muchos más dientes. Ahora se le quitó a la Corte, en los hechos, su principal atribución como tribunal constitucional, y queda absolutamente debilitada, se crea el tribunal de disciplina que le quita atribuciones a la Judicatura, que también queda debilitada. En los hechos el poder se concentra en el ejecutivo y en un legislativo más subordinado e irracional que nunca.
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