Opinión de Verónica Malo Guzmán
Tuvo todo o casi todo. La oportunidad de ser un gran estadista, más allá de ser la adoración de millones de personas. Pero no se le dio la capacidad y lo sabe.
Y si bien todavía hay aplausos que darán algo de cobijo a su narcisa personalidad, no es necesario que se vea en el espejo para saber que esa idolatría ya no llegará muy lejos. Por eso ahora se escuchan sus pretextos para no migrar a Chiapas como lo había prometido.
Haber pospuesto su ida a Palenque no se debe a que se está “aclimatando” como pregonó. Tampoco a que se está cerciorándo de que Claudia Sheinbaum despegue o se estrelle… Ni siquiera a que le arreglen su finca o los alrededores. Esto último ya ocurrió con cargo al erario, como bien lo han dado a conocer Carlos Loret y Latinus (más de 2 mil millones de pesos en obras; desde un hospital que queda a 5 minutos de su rancho con tecnología de punta, pasando por un cuartel de policía militar y nuevas vialidades, hasta parques y ciclovías).
La razón por la cual no se muda ya a “La Chingada” es sencilla: López Obrador no es bienvenido en Chiapas. No es bienvenido por quienes en este país han pasado a detentar el control sobre la integridad física de sus habitantes: los narcos. Digamos que algo así como el letrero que recibió al ex mandatario en Sinaloa hace unos cuantos días; macabra bienvenida acompañada de una camioneta llena de cadáveres…
La columna completa, aquí: